“No hay ciberseguridad sin seguridad. Ni física ni lógica. Solo una ilusión de protección que desaparece con la primera brecha.”
Durante años, las empresas han tratado la seguridad física y la seguridad lógica como dos disciplinas separadas. Una gestiona accesos, cámaras, llaves y alarmas; la otra, firewalls, contraseñas, endpoints y SIEMs. Dos mundos, dos presupuestos, dos responsables… y un enemigo común que no distingue entre ellos.
La gran brecha cultural
La mayoría de las organizaciones siguen estructuradas como si estuviéramos en 1995: el departamento de Seguridad Física reportando a Facilities, y el de Ciberseguridad, a IT. Pero el crimen del siglo XXI es híbrido. Los ataques modernos combinan técnicas digitales con vulnerabilidades físicas: un USB en una sala de reuniones, un técnico subcontratado que instala una cámara, una cerradura inteligente mal configurada, un empleado que accede con una tarjeta clonada… o un dron con WiFi que captura credenciales desde el aparcamiento.
Y, sin embargo, los equipos de seguridad no se hablan, no comparten datos, no entrenan juntos, no actúan como un solo sistema. Esto es más que un problema operativo: es una vulnerabilidad estratégica.
Casos reales, consecuencias letales
-
Una empresa tecnológica sufre un robo de datos desde una red interna. El atacante: un proveedor que accedió con pase autorizado y conectó un dispositivo en una sala de descanso. Seguridad lógica nunca fue alertada de esa entrada.
-
Un centro logístico ve interrumpido su sistema de videovigilancia por un ataque DDoS. Mientras tanto, se produce un sabotaje físico en una zona crítica. Nadie en seguridad física entendía los logs del sistema.
-
Un CEO es víctima de whaling tras un ataque de ingeniería social… facilitado por una foto publicada en LinkedIn donde se ve el sistema de control de accesos de la sede.
Estos casos no son ciencia ficción. Son el día a día de muchas compañías que se blindan contra amenazas cibernéticas, pero dejan abiertas las puertas reales… o viceversa.
La convergencia es inevitable (y urgente)
La seguridad corporativa del futuro será integrada, transversal, coordinada. Las organizaciones deben dejar atrás la visión fragmentada y abrazar un modelo de sinergia entre seguridad física y lógica, que incluya:
-
Centros de operaciones unificados (GSOC) que monitoricen eventos físicos y cibernéticos en tiempo real.
-
Procedimientos de crisis compartidos, con entrenamiento cruzado entre equipos de IT, seguridad física y RRHH.
-
Protocolos de acceso basados en contexto: no basta con una tarjeta o una contraseña, sino con un análisis del comportamiento, ubicación y riesgo.
-
Auditorías integradas que evalúen vulnerabilidades físicas y digitales como parte de una misma estrategia de protección.
Seguridad es cultura, no tecnología
La verdadera convergencia no es solo técnica, sino mental. Requiere que los directivos entiendan que un ataque puede empezar en una puerta, seguir por una red y acabar en una crisis reputacional. O al revés.
Hasta que no cambiemos esta visión, estaremos siempre protegiendo solo la mitad de nuestra casa. Y los atacantes siempre entran por la parte más débil.
¿Tiene tu empresa un plan conjunto entre seguridad física y ciberseguridad? ¿O solo cruzan datos cuando ya es tarde?
La verdadera protección no es blindar el perímetro. Es entender que ya no hay perímetro.